En algunas tradiciones, se cree que todos llevamos dentro una especie de sensación de vacío. Algunos de nosotros estamos conscientes de ello, otros no. Recuerdo que tuve este sentimiento de vacío, o una especie de nostalgia desde que era chiquita y no sabía de dónde venía ni qué hacer con él. A veces era más grande, a veces era tan silencioso que apenas lo notaba. Los años pasaron y nunca pensé mucho en esto.
Pero en el 2014, el viaje interior comenzó cuando empecé a estudiar yoga en Mumbai. Tal vez ni siquiera estaba muy consciente de que me estaba embarcando en un viaje interior, simplemente sentí que mucho de lo que mi profesor de yoga decía tenía sentido. Quería explorar estas enseñanzas, aplicarlas a mi vida y ver qué pasa.
Una de las cosas que aprendemos en el yoga es que nuestra mente está condicionada y limitada por capas y capas de ideas y percepciones falsas (no explicaré de dónde se cree que provienen en este texto), y uno de los propósitos del yoga es de ayudarnos a descubrir estas capas para poder pelarlas, una por una, y ver quiénes somos realmente.
En ese entonces no entendía muy bien lo que esto quiere decir pero lo que más me gustó fue la idea de que todo lo que necesito ya está dentro de mí, y que la solución a todas mis luchas se encuentra dentro de mí, así que decidí intentar aplicar lo que estaba aprendiendo a mi vida.
Poco a poco, he ido descubriendo mis patrones de pensamiento y comportamiento, he ido descubriendo mis límites y, a medida que avanzo, trato de hacer algunos ajustes aquí y algunos ajustes allá para vivir más en armonía con lo que es.
Sin embargo todavía tengo días malos, cometo errores, caigo en viejos patrones de pensamiento y comportamiento, y cuando sucede, me he llegado a sentir derrotada. Me he torturado pensando que todo el trabajo que he hecho hasta ahora conmigo misma ha sido en vano. La última vez que sucedió esto, me di cuenta de que la lección que tenía que aprender en estas situaciones es de humildad.
El camino de la conciencia interna no es el camino de la perfección. La perfección es astuta porque nunca me había considerado una perfeccionista, pero creo que lo soy. Especialmente cuando se trata de mí misma.
La espiritualidad no puede ser el camino de la perfección como entendemos la perfección, y aquí hay algunas razones por las que creo esto:
- Es agotador: ¿quién decide qué es perfecto? Y como vivimos en el mundo transitorio, ¿cuánto tiempo durará esta perfección de todos modos? Y una vez que alcance la perfección en esto, tendré que alcanzar la perfección en eso, y nunca terminaría.
- No es realista porque nada es perfecto. Según la filosofía del yoga, la perfección no se puede encontrar en el mundo como lo percibimos, pero todo es único. Creo que esto es muy valioso. No somos un “problema” que hay que resolver.
- Aumenta la distancia entre mí y el resto del mundo: cuanto más perfección busco en mí misma, menos tolerante soy hacia los demás. Eso no es espiritualidad. La espiritualidad es ser comprensiva y compasiva con mis límites para que poder ofrecer lo mismo a los demás. La espiritualidad es ver la belleza en mí para poder ver la belleza en los demás.
- Aumenta la distancia entre yo y Yo. Cuanto más me esfuerzo por la imagen que tengo de la perfecta yo, menos me permito ver quién soy realmente. Así que de alguna manera, estaría agregando capas en lugar de eliminarlas.
Entonces, lo que tengo que recordarme de vez en cuando es mi intención inicial que es alcanzar un estado de paz interna independiente y que, al presionarme sobre lo que debería ser o no ser, ni siquiera me acerco a esta paz.