El enojo y otras emociones “difíciles”

Las emociones es un tema que me interesa mucho. ¿De dónde vienen? ¿Por qué tienen tanto control sobre nosotros? ¿Son causadas ​​por circunstancias externas? ¿O son parte de las historias que creamos en nuestra cabeza?

Normalmente clasificamos las emociones entre positivas y negativas, y la mayoría de nosotros consideramos el enojo como negativo porque es desagradable y si le damos rienda suelta, nos lleva a un conflicto. Personalmente no me gusta enojarme y durante muchos años he intentado suprimir esta emoción con muy poco éxito. Como el enojo no va a desaparecer sólo porque salgo corriendo o trato de suprimirlo, la pregunta es ¿qué puedo aprender del enojo y todas estas emociones que no me gustan?

Tal vez si entendemos mejor por qué sentimos enojo, podemos hacer algunos cambios. Te desafío a ser de mente abierta cuando leas esto y jugar un poco con tu mente.

¿Que te hace enojar? Quizás podamos decir que la mayor parte del tiempo el grado de nuestro enojo es proporcional a la situación. Así que empecemos por lo que para mí es el nivel 1.

El enojo que viene de las pequeñas frustraciones de la vida cotidiana: perder el autobús, cuando mis hijos no están listos para salir de la casa por la mañana, cuando no hay más café en el termo en la sala de profesores …

¿De dónde viene la frustración y por consequente el enojo en estas situaciones? La distancia entre mis expectativas y lo que la vida me ofrece.

Aquí un ejemplo, que en realidad no me concerne, pero me pareció divertido. Imaginemos que estoy en el trabajo y que quiero un café. Voy a la sala de profesores y encuentro el termo vacío.

Quiero café -> no hay café = me frustro. ¿Y cuál es la forma más fácil de descargar esa frustración? Echándole la culpa a mis colegas que nunca hacen café.

Sumado a las pequeñas frustraciones de la mañana, esta podría ser la gota que derrame el vaso y termine yo enviando un correo electrónico a todos mis colegas quejándome de su comportamiento. Y, conociendome bien,  al poco tiempo arrepintiendome del tono enojado de éste.

¿Cómo pueden las enseñanzas de yoga ayudarme aquí? Es un juego mental divertido y la palabra clave es desapego. Primero tengo que separarme de la situación. El hecho de que no hay café. Dar un paso atrás. ¿Es esto algo que mis colegas hacen directamente hacia mí? Lo más probable es que no. Entonces, no es personal, puedo relajarme un poco. Pero es injusto, ¿verdad? Yo siempre hago el café y ellos nunca. Independientemente de si esto es cierto o no (lo más probable es que no), también podemos aplicar el desapego. El desapego de mis expectativas hacia mis colegas. Obviamente, podría en algún momento hablar con ellos y pedirles que recuerden que le toca hacer café al que se toma la última taza, pero si el termo sigue vacío cuando quiero café, ¿qué gano esperando que su comportamiento cambie?

Otro nivel de desapego en esta situación sería que, dado que me gusta mucho el café y me gusta ser un miembro positivo de mi comunidad, decido hacer café dos veces al día todos los días, y no espero ninguna recompensa a cambio. No espero que haya café en el termo la próxima vez que quiera una taza y ni siquiera que alguien me lo agradezca. De hecho, esto es parte de la esencia del Karma Yoga: hacer nuestras tareas con una intención clara y no desear que el resultado sea a nuestro favor. Puedo ‘sacrificarme’ por el bienestar general y hacer café para todos.

O, puedo traer mi termo de casa si esta no es un área de mi vida donde quiero hacer sacrificios. Así, acepto que el termo a menudo está vacío, me adapto a la situación al traer mi termo y dejo ir mi frustración que, seamos sinceros,  afecta principalmente mi paz interior.

Ahora veamos el enojo causado por algo más grande que las frustraciones cotidianas. Aquí también, te invito a ser curioso y jugar un poco con tu mente.

Recuerda que no ganamos mucho etiquetando las emociones como negativas. Lo que vemos como emociones negativas o difíciles puede ser en realidad oportunidades para que aprendamos algo nuevo sobre nosotros mismos. Puede que nos enojemos cuando alguien está pasando nuestros límites y hay entonces que con curiosidad reflexionar sobre ellos. También puede ser provocado por el miedo, o incluso por el cansancio. Las emociones negativas nos invitan a hacer ajustes internos, a questionar nuestra manera de percibir las cosas. A veces a invitar a algún camibio, a alguna conversación.

Un experimento que considero interesante y útil cuando me enojo es dirigir mi atención hacia mí, porque me he dado cuenta de que la mayoría de las veces no puedo cambiar las situaciones ni la forma en que las personas actúan. Lo único que puedo hacer es observar los procesos que ocurren en mi mente. Trato de ser muy honesta conmigo misma y, a menudo, el enojo disminuye si cambio mi perspectiva sobre las cosas.

Aquí, como en el nivel 1, el desapego es una buena herramienta. Tratar de no pensar que la situación o la acción está dirigida hacia mí. Aún si en aparencia lo es.  Cada cabeza es un mundo y actuamos a partir de lo que pensamos y lo que percibimos. Si puedes reconocer que los que te rodean quieren lo mismo que tú : felicidad, paz y amor y que a veces pueden estar tan confundidos como tu lo puedes estar,  pues entonces no es tan extraño que a veces actúen de alguna manera que consideras hiriente.

El desapego de las expectativas también puede ser útil en estas situaciones. Siempre habrá una gran diferencia entre lo que yo imagino debe pasar con lo que en realidad está pasando aunado al hecho de que vivo lo que pasa a través de mi propia percepción e interpretación.  Adapta tus expectativas. No ha nada malo en comunicar necesidades, hablar y tratar de encontrar el punto medio, pero esperar que otros cambien puede restultar una experienca agotadora.

Y el último que en lo personal me cuesta mucho trabajo es desprenderse del deseo de que el resultado de nuestras acciones sea como lo imaginamos. Hay que ser amable con los demás, dar amor a los demás y al mismo tiempo borrar todos los días la “cuenta”  que hacemos en nuestra mente. Si realmente queremos alcanzar la libertad interna, esto es crucial. Muy difícil, pero crucial.

Hay situaciones en las que una emoción es tan fuerte que no podemos trabajar con ella de inmediato porque necesitamos calmar la mente primero. Aquí hay algunos concejos que yo considero útiles:

  • No rechazar la emoción, pero tampoco alimentarla. Para hacer esto, puede uno enfocarse en las sensaciones del cuerpo cuando tenemos esta emoción y tratar de respirar profundo, sobre todo al exhalar. Si la mente empieza a hacer historias, a analizar y juzgar, tratar de enfocarse otra vez en la respiración hasta que se haya uno calmado.
  • Demostrar compasión y comprensión hacia uno mismo, pero nuevamente, sin alimentar la emoción. Sin justificar y explicar en la mente por qué “tiene uno derecho a estar enojado”. Como cuando hablamos con un buen amigo, tratar de consolar, de tranquilizar, de mostrar presencia sin echarle leña al fuego.
  • Tomarse el tiempo de sentarse unos minutos en silencio e imaginar que la emoción es algo que podemos tocar, que podemos agarrar. Imaginar que la tomamos con cuidado entre las manos, le damos atención y comprensión antes de dejarla ir.

Y cuando el fuego esté apagado, cuando la miente esté más tranquila, tomarse el tiempo de buscar entender lo que esta emoción nos está tratando de enseñar sobre nosotros mismos. Así, con un poco de trabajo, paciencia y suerte (?) no perderemos la cabeza la próxima vez.

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