Hace más o menos dos años tenía que tomar un curso para mi trabajo y encontré que lo podía tomar en Paris. Como viví algunos años en Francia, me pareció el pretexto perfecto para visitar la capital francesa y ver amigos que no tengo la oportunidad de ver seguido.
Una de estas amigas vive precisamente en Paris y aunque hacía mucho que no nos veíamos, habíamos mantenido el contacto durante años de manera un poco irregular. A veces nos hablábamos durante largos periodos casi diario, y a veces podían pasar meses sin que ni siquiera nos enviáramos un sólo mensaje.
Tenía ya como seis meses que no sabía de ella, pero cuando supe que sí podía ir a Paris, le mandé un mensaje segura de que me diría que nos podíamos ver todos los días después de su trabajo.
Para mi gran sorpresa, su respuesta fue seca y cortante ‘lo siento, no tengo tiempo’. Le escribí para preguntar si estaba enojada, y mientras más trataba yo de averiguar qué pasaba, más parecía hacerla enojar. Llegó al punto de que me dijo que la estaba yo acosando. Tal vez sí insistí demasiado, pero su comportamiento me pareció tan extraño que hasta pensé que tal vez estaba en problemas.
Fui a Paris y no la vi. Le mandé un mensaje pare decirle que fuera lo que fuera, si algún día ella quería retomar el contacto, yo estaría esperando. Pero debo confesar que me dolió tanto su actitud que la borré de mis amigos de Facebook (jajaja, ya sé, ¿cuántos años tengo?) y no la volví a contactar.
Hasta el año pasado que en Navidad le mandé un mensaje para desearle felicidades. Y luego en el verano para decirle que pensaba en ella. Y finalmente esta Navidad otra vez para desearle felices fiestas.
Esta Navidad me respondió diciendo que no tiene nada en contra de mí, pero que nuestro ‘incidente’ de hace dos años la hizo darse cuenta de que su vida es mejor sin mi amistad.
Algo debo de haber hecho que la hizo enojar así, no estoy tratando de ponerla a ella en la casilla de la ‘mala’ y yo la ‘pobre mártir’, lo malo es no saber qué demonios fue lo que hice. Me hubiera gustado que me dijera. Y lo más seguro es que nunca lo sabré.
Lo interesante en esta historia es observar mi reacción hacia el rechazo. Primero que nada fue de dolor y confusión. Luego, no lo niego, de enojo porque en mi expectativa de lo que una amiga ‘debe de ser’, los malentendidos se hablan y se le da a la otra persona la oportunidad de reparar el daño. Luego de orgullo ‘ella se lo pierde’, y al final de duda en mí misma.
Esta amiga, es una de las pocas que me sabe todo: mis logros y mis errores, mis lados buenos y mis debilidades. Llegué a pensar que tal vez no quería más mi amistad por los errores que he cometido, porque me juzga no ser digna de ser su amiga por en algún momento de mi vida haber sido débil y cometido errores grandes. Pero ella no sabe lo que estos errores me han hecho reflexionar, y aunque no los puedo cambiar, aprendí mi lección y creo que crecí como ser humano… ‘si tan solo me diera la oportunidad de demostrarle que soy mejor persona de lo que ella cree que soy’…
Y al final, ayer pensando, me divirtió mi reacción y la bola de pensamientos que me vinieron a la cabeza a raíz del rechazo. Todos tenemos nuestros puntos débiles, y yo creo que el rechazo es definitivamente uno de ellos. Es como si al rechazarme, la gente me confirmara lo que ‘sé’ de mí: que no soy perfecta, que tengo muchos defectos, que no soy tan buena persona como muchos pueden creer, etc, etc…. ¿Cómo es posible que de un episodio de mi vida pueda yo desperdiciar tanta energía en tanta negatividad? No lo sé.
¿Cuál es mi conclusión? Hay que saber soltar. Fue una amistad bonita el tiempo que duró, pero ya llegó a su fin. No soy perfecta y nunca lo seré pero hay que seguir caminando, seguir aprendiendo y tratar de hacer menos mal que bien a mi alrededor y cuando cometa errores, cuando haga algo que lastime a alguien más, lo mejor que puedo hacer es perdonarme, pedir perdón, y tratar de no cometer el mismo error.