Crear la costumbre del silencio puede ser una herramienta poderosa. Al menos una vez al día, sentarse en un lugar sin interrupciones ni distracciones. En silencio, observar la mente. El cometido no es “poner la mente en blanco”, el cometido es dejar los pensamientos venir, pero también intentar dejarlos ir.
Al observar nuestros pensamientos observamos nuestra vida. Podemos darnos cuenta de qué es lo que ocupa nuestra mente, qué es lo que nos causa estrés. Y poco a poco hacer los ajustes necesarios para calmar la mente. Puede ser cambiar nuestra manera de ver las cosas, nuestras actitudes hacia diferentes personas o situaciones, alguna actividad, o simplemente dejar ir aquello que no necesitamos para vivir y que solamente es fuente de aflicción.
También es recomendable pasar periodos de silencio. Puede ser medio día, un día o varios días. Tratar de eliminar todo medio de comunicación: no hablar con nadie, no leer, no usar teléfono ni radio ni televisión. La intención es de darle espacio a la mente para reducir la velocidad.
El cuerpo y la mente pueden reaccionar de diferentes maneras al silencio y todo es parte del proceso. Lo importante es 1) no tener ninguna expectativa otra que pasar un tiempo en silencio 2) aceptar lo que la mente y el cuerpo traigan ya que a veces puede uno tener reacciones inesperadas 3) no juzgarse 2) tener paciencia, lo que sea que la mente nos sirva, es pasajero 3) observar mas no alimentar los pensamientos, es decir, evitar análisis, explicaciones, excusas, etc… Solamente dejar los pensamientos y emociones fluir, observar y dar el tiempo y el espacio necesarios para digerir.
A veces, un periodo de silencio puede traer malestar, incomodidad, pensamientos que no sabíamos que teníamos y es muy importante dejarlos fluir sin miedo, con paciencia y curiosidad. Algo nos están tratando de decir. Puede ser buena idea escribir para eliminar.
Este tipo de retiros ayudan a aclarar la mente. Son muy útiles para tocar algo más profundo que nuestros pensamientos del día a día.
El silencio es mucho más valioso y útil que mil análisis cuando estamos ante un dilema. Pero tenemos que tener el valor de aceptar lo que el silencio nos traiga. Y a veces parece no traer nada, pero al cabo de un tiempo, vemos más claro.
Vivir en sociedad puede a veces ser tan confuso. Como todo sistema para que pueda funcionar, debe de haber pautas y reglas a seguir, pero estas son creadas por nosotros mismos desde nuestros límites y a veces, hay que buscar al interior de nosotros mismos la verdad independiente del límite de dichas pautas y reglas.
Al mismo tiempo, estamos acostumbrados a creer que ante toda elección hay una buena y una mala opción y tenemos pavor a escoger mal. Pero ¿quién decide lo que está mal y lo que está bien? Observamos lo que los demás hacen y escuchamos concejos y aún así, no sabemos qué elegir. Aquí, el silencio puede ser un verdadero amigo fiel e imparcial.
El silencio puede traernos claridad. Nuestra propia claridad.