¿Qué tanto bueno puedo decir sobre mí?

Hace unos días escribí sobre mi adicción mental hacia los problemas. Descubrí que llevaba años buscando problemas que resolver y me enmarañaba en demasiadas situaciones que en realidad no me correspondían.

Es parte de mi personalidad el ayudar, pero decidí cambiar mi actitud hacia la vida. En vez de ver problemas y tratar a todo precio de ser la “resolvedora de problemas universal”, tomar un paso atrás y ver en dónde puedo hacer algo útil para el bien de todos y en dónde es mejor no meterme.

Al final, hay que aceptar que en donde más de una persona interactúan, siempre habrá fricciones, malentendidos y conflictos. Eso sí, cuando yo sea la fuente de los problemas, , cambiaré mi actitud o pediré disculpas, y seguiré adelante sin enredarme.

También decidí cambiar mi actitud, sobre todo en áreas en dónde me siento seguido incómoda y enfocarme en algo positivo. ¡Siempre hay algo positivo que reconocer! Como maestra sé que la mejor manera de empujar a los alumnos hacia arriba y hacia adelante es enfocando mi energía en sus cualidades y en lo bueno que hacen, ¿por qué no hacer lo mismo en la vida en general?

Siguiendo este propósito de ver lo positivo, el otro día me senté a escribir en mi diario y me puse como reto escribir cosas buenas sobre mí. ¡Y cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta de lo difícil que es decir cosas buenas sobre mí misma!

Primero pensé escribir mis cualidades, ¿para qué soy buena? Una de las cualidades en las que pensé primero fue creativa, pero enseguida pensé que no soy tan creativa como mi colega que hace cosas increíbles sea lo que sea que se propone. Bueno, entonces ¿qué cualidades tengo? Ah, ¡ya sé! Me intereso sinceramente en el bienestar de los demás… Pero comparada con mi amigo G, nada que ver. G es una persona tan empática, y ¡tiene tanta energía! Siempre está ayudando a todo el mundo. Soy disciplinada, pero ¿será que soy un poco rígida?… Y así me la llevé un rato hasta que me di cuenta de lo que estaba haciendo.

O me estaba comparando todo el tiempo con personas que considero tienen la cualidad en cuestión “mejor desarrollada que yo” o estaba encontrando argumentos en contra de la cualidad que originalmente creí que tengo.

Reflexionando un poco, llegué a dos conclusiones. Uno, de nada nos sirve estarnos comparando con otras personas. Todos somos únicos a nuestra manera y debemos de en verdad encontrar nuestros lados positivos y ayudarnos a nosotros mismos a cultivarlos y desarrollarlos. No todo el trabajo interior se trata de ver nuestros límites.

Dos, si jugamos un poco con la idea de que todos somos únicos y que de nada nos sirve compararnos con los demás, ¡todos tenemos todas las cualidades imaginables e inimaginables en el mundo! La cuestión es en dónde enfocamos nuestra atención y energía. ¿Hacia nuestros limites o hacia nuestras cualidades? ¿Qué cualidades pensamos me serían útiles en la vida para vivir una vida más tranquila y significativa? Pues ¡a enfocarse en ellas y dejar de estar viendo lo que los demás pueden o no pueden hacer!

Así que hagamos el experimento de por lo menos una vez a la semana sentarnos a escribir todo lo positivo que hacemos y que tenemos dentro de nosotros. A escoger nuestros lados buenos y desarrollarlos al máximo. Exactamente como una buena maestra hace con sus alumnos. Corrigiendo poquito a poquito las percepciones, actitudes y acciones limitantes, pero sin obsesionarnos con ellas.

Como el Bhagavad Gita dice: Con la mente uno debe elevarse. Nunca con ella degradarse. Pues del alma puede ser su amiga. Como también su enemiga. (capítulo 6 verso 5)

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